La Familia Burrón: documento sociológico con humor negro

Actualmente es muy difícil encontrar la 100% mexicana historieta "La Familia Burrón" en su formato original, ahora ya hay libros con pasta dura y demás, pero para realmente saborear estas "ediciones optimistas para la gente que sabe reír", hay que oler el papel más chafa que el períodico, ver las "puntadas" de la contraportada, y saborear el humor negro que nos caracteriza a nosotros talentosos mexicanos para estos menesteres. Afortunadamente alcancé a adquirir algunos de esos ejemplares, que estaban disponibles (porque ahora ya es muy rara la vez que hay) en el mercado de Portales, extraño lugar para encontrar estas verdaderas joyas de la literatura mexicana, que prueba, una vez más, que el mexicano promedio no lee si su material literario no tiene monitos.

El autor, Gabriel Vargas, es uno de los pocos que realmente pudo capturar los personajes de esta ciudad, tomando con humor los desazones que nos aquejan al vivir en esta metrópoli.

¿O que apoco nunca se han topado en el micro con la viva imagen de Susano Catarranas, con olor a pulque incluido? O simplemente, la doña de los sopes de la esquina de tu casa, es igualita a la que le sirve sus huaraches al Sapo Rana, aquel ventrilocuo borracho con su casi-viviente muñeco, Pompeyo, o no?

¿Y qué me dicen de la mismísima Borola Tacuche? ¿A poco no es la típica mujer mexicana? Luchona, entregada, siempre viendo por los demás, hallándole el modo de hacer las cosas para conseguir algo, decidida, pues quién podría olvidar cuando se agarró a balazos en la peluquería de su chaparro esposo, Don Regino Burrón, cuando querían apañar a Briagoberto Memelas, aquel ranchero siempre ebrio con hijos regados por doquier, suficientes como para poblar una región...

Nombre, si empiezo a mencionar todos los personajes, no acabo, pasemos a mi favorita: La Divina Chuy. Esa mujer de prominentes curvas y contoneantes carnes es mi ídola. A ella le vale todo, se pasa el día "libando con los amigos" en la mítica pulquería "El maguey". No hace de comer, pues diariamente se va a desayunar con su amiga quesadillera la Patas de Nopal, y se pasa la vida peleando con su marido Susano Catarranas, porque es un mujeriego, pero la Divina no crean que se deja, se agarra a trancazos con su esposo, aunque luego se curan las heridas mutuamente, porque a pesar de todo, se quieren.

Obviamente el trasfondo de esto es el ámbito sociológico en el que se desenvuelven estos personajes. Aunque con humor, como acostumbramos tomar todo, se refleja la falta de empleo, la pésima infraestructura de la ciudad (en la realidad hay decenas de colonias "El Lodazal"), la pobreza, la diferencia tan marcada de las clases sociales (comparen a Gamucita, que a su avanzada edad se iba a ir a EU para encontrar chamba, con Cristeta Tacuche, que en una sentada se comía su ballenato relleno), en fin, muchas muchas cosas que nos podría tomar muchos capítulos, pero terminaría por aburrir.

Pero bueno, con todas estas broncas siempre presentes, lo único que nos queda es tomarlo con buen humor y burlarnos de nuestra desgracia. Salud!! con un rico curado de pulmón en mano, que me echaré entre pecho y espalda libando con los amigos, para no andar tan nerviuda, jeje.