Los años maravillosos

Antes de seguir con los conciertos vale la pena mencionar mi fin de año. En realidad, se supondría que debía estar más aguado que otros, porque iba a faltar mucha familia, pero al final resultó ser un flashback (cómo me encanta esa palabra) a nuestras infancias por medio de la magia de la fotografía. Es sorprendente ver a Gaby de cabeza en los brazos de mi papá y cuando te acuerdas de que ya está casada, ah! y esperando a su primar vástago, chale... O cómo los padres se empeñan en sacarle a sus hijos las 1001 fotos cuando somos más graciosos. Que si la primera vez que le diste papilla, que bañándose, que la primera vez que fue al baño, su primer bailable (jejeje, ojo: nosostros solo tenemos fotos de bailables y en poses diversas, no haciendo del baño).

En realidad sí fue un flashback, pero solo para burlarnos (al fin Leal) tanto de nosotros mismos como de nuestros familiares ochenteros con sus peinados y vestimentas extrañas, pero que en ese entonces era lo último en el fashion.

Descubrimos algunos traumas en cuanto a vestimenta, y sí, ¿a quién se le ocurre vestir a alguien con pants y zapatos? (y conste que no estoy diciendo nombres) o a quién le gusta tanto un vestido de bolitas que se lo pone siempre? O explíquenme quién carambas le corta a su hija el cabello “redondito” por tantos años al grado de hacerse inconfundible o peor aún la rapa? No podían faltar las prendas que por alguna extraña razón se quedan en nuestra memoria a pesar de estar horribles: la blusa de Adriana, con unos monitos danzantes, o aunque creo que no salió en las fotos, el vestido rojo de Violeta (Prometeo, shhh!!!) , a pesar de que ya no me acordaba, ayer me burlé de una sudadera de Batman que tenía, o del vestido de baberito de Daniela, del short de Pili, etc. Puras ridiculeces.

Peinados ochenteros: Divino tesoro. Ayúdenme a decidir quién lleva el premio al peor cabello: Primero, yo: ya mencioné de mi cortecito redondo que tenía cuando iba a en el kinder. Por otro lado, está el(la) “innombrable”, que de bebé estaba a rapa y en el kinder con un moñito bien mono (jejeje, sorry, tenía que mencionarlo). Después: el afro de Socorro. O bien: el intento de Juan de hacerse rapero (imaginen: cabello rapado de toda la parte de abajo, arriba largo y medio chino y según él, peinado, onda príncipe del rap versión mexicana, con el cabello menos chino y un poco más largo). Está mi papá en sus años mozos, con el cabello largo. O quizá mi mamá con cabello chino y encrespado. No sé si me falta alguien. Con un poco de imaginación decidan.

Esto de ver las fotos nos trajo a flote muchas costumbres extrañas, nos dimos cuenta de rencores reprimidos (nada serio, don´t worry) y desmintió muchos mitos que aunque obvios, no dejan de sorprendernos cuando los vemos.

En las extrañas costumbres podemos mencionar las visitas a la iglesia que por alguna extraña razón siempre todas salíamos retratadas con el padre o afuera de la iglesia, los bailables en el mítico “kinder del pueblito” al que asistimos todos los primos, que en realidad las fotos que pudieran tener todos los papás son las mismas solo que desde diferente ángulo, obvio cada quien retratando al hijo correspondiente, ya sea a Violeta de rumbera, a mí con minifalda rockanrollera o a Adriana con la panza pintada y sombrerote cubriéndole desde las costillas (sí Adriana, sí se te veían tus “ojitos”).
Otra extraña costumbre era que los pasteles de cumpleaños eran de 3 pisos, y en la cima, de ley aparecía un conejito que creo hasta sombrilla traía (no ma).

En los rencores reprimidos, podemos ver a Adriana con ganas de golpear a una prima lejana que desde que éramos unas tiernas chamaquillas no la hemos vuelto a ver (bueno, yo la ví cuando cumplió 15 años). No nos gustaba jugar con ella porque era muy pesada y grosera, y siempre terminábamos viboreándola, porque para nuestras castas y puras mentes era demasiado mala onda. Yo la neta ni me acuerdo bien, pero Adriana, que convivió más con ella, dice que su jefa la protegía mucho y eso la hacía encanijar más, y que si la ve en la calle, se la va a madrear, así que Karina, cuídate!!! (señas de “vamos a golpearla”)

En los mitos están: Benjamín alguna vez tuvo pelo. Marisela alguna vez fue bonita. Violeta siempre ha tenido esa sonrisa Colgate. Mario alguna vez fue flaco. Jaime no cabía en su carro. Adriana antes tenía los ojos grandes. Tito pareciá niña y Gabriela parecía niño. Daniela alguna vez tuvo gracia. Tania abueleó con Marisela (pobre). Vero es el vivo retrato de su madre. Jaime comulgó hace poco.
Adriana toma muy buenas fotos. Juan quiso ser rapero. Ninguna Leal quería 15 años. Alguna vez fuimos católicas (al fin inocentes). Adriana con vestido. Violeta con falda rosa. Valeria con sandalias. Y la mejor de todas: Doña Lupe no quería que en sus bodas de oro le dijeran “negra”, y conste que tú lo dijiste Adriana, jajaja.

Ahhh que los años maravillosos...