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domingo, noviembre 13, 2005

Tour chilango por $2

El día jueves por fin, después de taanto tiempo ví a algunos de mis amigos de la prepa. En realidad no somos tan cercanos pero compartimos momentos muy, muy importantes de nuestra vida y eso crea un lazo que nos une queramos o no. Fueron puras chavas, y una de mis mejores amigas fue la que me invitó. Algunas de la Fac. de Conta, otra de la FES Aragón, pero ellas se fueron temprano y nos quedamos nada más las de la prepa, que por cierto Sandra llevó a su hija de 5 meses Cemanqui (creo que así se escribe), pobre niña, no sé a quién carambas se le ocurrió ponerle a su hija así. Viéndola realizarse en el papel de madre, no pude evitar pensar qué haría yo en su lugar. Creo que no podría, es demasiado difícil, eso de que tu vida gire en tí mismo y que todas tus acciones buenas o malas recaigan en tí, y que de repente ya afectes a alguien más con tus cagadas... híjole, no estoy preparada para tanta responsabilidad y dudo que algún día lo esté. Aunque ver a Sandra tan contenta a pesar de todas las circunstancias, la neta me da mucho gusto por ella y su mentalidad es muy buena (dice: no me estoy perdiendo de nada, las cosas van a estar ahí, solo las voy a tomar después, que crezca un poco más), su mayor deseo es volver a estudiar, en fin, con que no tire la toalla y vaya tras tus metas, lo demás vale madre.

Bueno, entre la peda le prometí a mi amiga que iría a su escuela, la FES Aragón, y yo, que vivo cerca de Xochimilco, se imaginarán la excursión que tuve que hacer. Afortunadamente, en esta megaciudad contamos con uno de los mejores sistemas de metro, y ¡Bendito sea! es único en su especie. En primera, aunque recorrí toda la ciudad, fue relativamente rápido (2 horas para recorrer esta extensión tan grande de territorio chilango, en 1 hora me chuté 3/4 partes de ciudad, la otra hora fue en camión), y aparte toda la gama de posibilades de entretenimiento y comercio que te brinda este nuestro símbolo defeño. Es poca madre internarte en las entrañas de la metrópoli más grande del mundo y descubrir la escencia de ésta, su gente, sus historias, pues quién puede negar tener al menos una anécdota en el metro, etc. aunque te tengas que ir parada arriesgándote a que te cartereén o algún depravado se pase de lanza, o ir aguantando las jetas de unos, los olores de otros, empujones, bochornos y demás placeres existenciales, yo voy por debajo del asfalto con buena cara, y recuerdo con una sonrisa esa tir de Mafalda cuando el papá va en el camión repleto muy a gusto y los demás dicen "¿Y éste por qué tan contento?" -"Algún masoquista".