Mis percepciones

Todo el mes me la he pasado echando la güeva. No he ni siquiera buscado chamba, me la paso si no en la calle vagando sin rumbo, en mi casa buscando qué hacer. Sonará aburrido, pero la verdad es que siempre hay algo chido que hacer, por lo cual, al menos por este mes, ha sido puro desmadre y nada de responsabilidad. Bueno, eso tuvo sus repercusiones el jueves, cuando pedí permiso para el último concierto del año de La Barranca en el DF. Mi jefe me sermoneó de mi falta de actividad, que no hago ni madres pero para el cotorreo si estoy bien puesta. Me sacó mis trapitos al sol pero los ya caducos, y eso es lo que me caga, que todo me lo guarda hasta que quiero ir a algún lado, es ahí donde repasa con lujo de detalle mis “faltas”. Ahora no tuve justificación, así que ni repelé. Pero ah!!! Esto no se iba a quedar así, ya tenía el boleto, ya había quedado que sí iba, entonces, después de mucho meditarlo, decidí fugarme. La neta es que sí me remordía la conciencia porque esta vez tenían razón, pero sorry, me iba a ir de todos modos.

Al otro día, ya estaba yo planeando mi discurso de justificación, no solo por ir al concierto, sino por llegar hasta el otro día… cuando suena el teléfono:

Jefe: Entonces dices que ya tienes el boleto, no?
Yo: sí…
Jefe: ¿Y luego, cómo te regresas?
Yo: Ps Lilith de buena onda me ofreció su casa, así ya no me presiono por
cómo me voy a regresar ni tú por ir por mí.
Jefe: Bueno, déjame la dirección de la casa y te cuidas. Nada más quiero
que rectifiques tu actitud, bla, bla, bla… ahí dejé de escuchar.

Luego mi jefa me sale con que la espere en la casa, dicho de otro modo: no me podía salir antes de las 7:00pm. Para acabarla de joder, justo antes de salir, empieza a llover.

Hice 2 horas de camino, y eso que no había tráfico y el micro se iba echando sus arrancones…
Por fin llego, saludo a la banda, ahora sí se juntaron todos. Tengo el gusto de conocer a Daniel (que me hizo el favor de meterme en la fila) y a I, por cierto mis respetos por aguantar tanto tiempo en un autobús desde Torreón (13 horas!!).

Abre Siconauta. Ok, no prejuzgaré solo porque estoy ansiosa por que salga La Barranca. 1era rola, nada fuera de lo común. 2da… ¿qué hace el percusionista descalzo? 3era rola…El vocalista sí que escupe… ¡nooo! ¡dejé mi sombrilla en paquetería! Para las demás preferí pensar en otra cosa.

Una eternidad después, sale La Barranca. ¡qué diferencia! ¡este sí es bajista chingao! ¡esas sí son guitarras y letras y todo!

Pare de sufrir abre el primer bloque eléctrico. La mera neta no recuerdo qué rolas tocaron, y me da demasiada fiaca hacer memoria. Me costó unas 3 rolas adaptarme, ya que de verdad me aburrió Siconauta, como que todavía tenía sueño.

Como siempre, todas la rolas son memorables. Mi teoría para disfrutar un concierto es prepararse desde antes. Al menos 2 semanas sin escuchar una sola rola de la banda que vas a ver, para que cuando la oigas la disfrutes más. Yo me pasé un mes sin tocar un disco de LB. Se imaginarán que me moría por escuchar ciertas rolas.

Ésta vez no me fui por la euforia del concierto, sino por la esencia de la rola. Por momentos cerraba los ojos mientras los recuerdos saturaban mi cabeza. Cada rola describe momentos muy específicos de la historia de mi vida, y todos los volví a vivir.

Solo abría los ojos para voltear alrededor y ver que todos estaban igual que yo, en su viaje, con sus vivencias particulares, con sus recuerdos en su mundo.

La rola que se llevó mi alma fue Hendrix. Fue más impactante de lo creí. Siempre me ha gustado la rola pero esta vez en específico hizo que lágrimas negras corrieran por mis mejillas. “No hay mayor distancia de la que puede haber entre un deseo y su recuerdo…” Ay corazón!, en un mes te voy a ver.

Lo que intento decir con esto no es mas que GRACIAS. Gracias por hacernos vibrar con cada acorde, por transportarnos en el tiempo, por mantenernos vivos en esta barranca, por sumergirnos en nuestro viaje interno y hacer explotar nuestras emociones con su música.