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jueves, septiembre 01, 2005

Frida Kahlo: la fuerza de una mujer

En los últimos años, la “Fridomanía” ha envuelto la mente de mucha gente. Muchos la admiran más por el mito que por la mujer real, otros por la pintura, la técnica, su manera de expresarse, etc., y otros tantos la siguen pero no saben bien por qué, quizás por moda, lo cierto es que ahora en cualquier tianguis dominguero encuentras una cantidad impresionante de parafernalia con la cara de la mujer mexicana más controversial del siglo pasado.

Lo cierto es que ella lo querría así. Durante toda su vida se dedicó a crear su propio mito, haciendo pública su vida privada, siendo radical en muchos aspectos y hacer lo considerado tabú con la naturalidad (o debería decir cinismo) impresionante. Sabiendo que era famosa por una pintura que refleja su mundo interno, su melancolía y su amor incondicional hacia un hombre que solo la hería a pesar de que él también la amaba, se valió de esa fama para transmitir sus ideas anárquicas, incitar al socialismo y exponer su alma 100% rebelde a todas las clases sociales, y lo mejor es que nunca se rindió.

La verdad es que al menos los que realmente la admiramos y no es por moda, tenemos un sinfín de razones para idolatrarla, todo depende de nuestras vivencias y forma de ver la vida. Yo la admiro por muchas cosas que me dan fuerza para seguir adelante.

Primero que nada, en aquellos ayeres (y no hemos avanzado demasiado), para la sociedad era casi una maldición tener una mujer, pues “las mujeres solo sirven para hacer la comida y cuidar a los hijos” y no como los machines, que se supone (porque no todos) “sirven para trabajar, para hacer algo útil”. Las mujeres no tenían muchas oportunidades de estudiar, trabajar, ser alguien en la vida, competir con el sexo masculino... y Frida lo hizo. Era una mujer educada, culta, tenía sus propias ideas y las defendía, aparte se dedicaba al arte, y tan talentosa era que sobresalió por encima de muchos pintores hombres, además siendo mexicana, que existe un prejuicio racial entre los primermundistas de que nada bueno sale de los de abajo, y eso se le admira, es como un símbolo para la liberación femenina (que es solo demandar la igualdad).

Después, era radical. Que una mujer en esos tiempos defendiera sus ideas con tesón, desde ir a las marchas hasta argumentar en una sobremesa con personas de alto rango, con una fuerte convicción, a pesar de que nadie creía en el socialismo y tener los ovarios bien puestos para luchar contra un sistema opresor, la neta me quito el sombrero, no cualquiera.

Aparte era tan entregada en sus sentimientos que era capaz de morir por dentro antes de perder a su amor, capaz de ser víctima de la peor infidelidad y aún así perdonar no solo a su esposo, a su hermana también, eso es tener calidad humana, claro que una cosa es saber perdonar y otra cosa es humillarse, pero ella, al ver lo que hacía su esposo no precisamente en raras ocasiones, simplemente hacía lo mismo, y no sólo con hombres, agarraba parejo, y para su deleite era tabú tener relaciones lésbicas, y esa entrega y calidad humana es lo que se retoma para la vida propia.

La pintura era un escape para todos sus tormentos (que no eran pocos). Esa manera de abrir su alma, desdoblarla y plasmar sus sentimientos en un lienzo es mágico. Olvida la técnica, que no sé mucho sobre eso, sino lo que transmite. Si observas la pintura y tratas de adentrarte en ella es capaz de hacerte sentir esa frustración, o el amor incondicional, y (al menos a mí sí) puede hacerte hasta llorar (si no vean “El Aborto” y sientan la impotencia y frustración que le acompaña).

Y a todo esto, aumentémosle que desde adolescente se vio acompañada de enfermedades e impedimentos que no hizo más que aumentar el fuego de esa mirada inquisidora, quizás por momentos esa depresión, pero que canalizaba en su diario y su pintura, a pesar de todo, todo, todo ese sufrimiento que para muchos pudiera haber sido insoportable, ella mantenía su buen humor, su chispa, riéndose a lo grande y gozando de la poca felicidad que tenía, y aunque en silla de ruedas, allí estaba, con su traje de tehuana, retadora, con su tequila en mano y dando bocanadas a su cigarro.

“PIES PARA QUÉ LOS QUIERO, SI TENGO ALAS PARA VOLAR” Frida Kahlo.