ELLA

A veces no puedo creer que la conozco desde hace mucho tiempo, pues cada día que pasa descubro nuevas cosas en ella.

Como yo, es extremosa en principio. Es mi ángel y al mismo tiempo mi diablo. Me trata de ayudar pero sin dejar de perjudicarme.

Siempre me dice que hacer, aunque raras veces le hago caso, sé que quiere lo mejor para mí, pero parece que siempre me opongo a hacerme algún bien. Ella solo quiere ayudar, y muchas veces yo la ignoro., sin embargo, siempre está ahí.

Es ella la que me incita, la que me lleva a los extremos, aunque después, desde arriba se burla de mí, señalándome en señal de victoria.

Siempre me avienta por delante “a ver qué pasa”, para que si salgo madreada se detenga en su camino, pero si no hay peligro, pueda salir ella sin temor.

Parecería que es ella la que me tiene así de jodida, pero es la única persona con la que cuento, es mi salvadora.

En las peores noches, cuando creo que ya no hay más, viene a mí con una sonrisa y una mirada tranquilizante, no sé por qué espera hasta que me sienta derrotada para llegar, pero siempre me ha salvado de quedarme en el camino, me transmite su paz, y un comentario ridículo hace que me sienta mejor.

De repente, cuando pierdo la conciencia y me entrego a la locura, es ella la que me da una cachetada para que reaccione.

Es ella, es ella la que me recuerda que existo.

Es ella, con su mirada penetrante, escalofriante, siempre viéndome a través del cristal, siempre ahí, expectante, retándome, esperando mi siguiente movimiento.

A veces no puedo creer que ella sea yo en el espejo.